La pasión es aquello que realmente define la vida de un hombre y de una mujer. Hay personas que automáticamente podemos relacionarlas con una pasión. Cuando pensamos en Michael Jackson, pensamos en música. Cuando pensamos en Michael Jordan, pensamos en baloncesto.
La pasión es aquello que nos caracteriza. ¿Cuál es tu pasión? ¿Qué te hace especial? ¿Qué te distingue de entre los demás?
Muchos, son identificados por lo que hacen; se les pone una etiqueta. A otros, son sus condiciones las que le ponen nombre: Fulano, el cojo. En la escuela, por ejemplo, siempre había uno que era el más inteligente, o el mejor en deportes. Sin embargo, también hay quienes tienen la percepción equivocada de la gente. Quizás, nos encontraron en un mal día, y dijimos cosas que no teníamos que decir, y ya nos pusieron una etiqueta. Hay otros que son identificados con un error; tuvieron una experiencia negativa, por ejemplo, con el alcohol, y los identifican como alcohólicos.
Es triste que, luego de que el Señor los renueva de todas esas cosas, o luego de pasar un proceso para separarse de esos vicios o esas condiciones, todavía entonces se les llame “el ex convicto” o “el ex drogadicto”. Pero la realidad es que la sociedad, la gente, nuestra familia, nos ponen muchos nombres, que no necesariamente tienen conexión con lo que es nuestra pasión, con aquello que debería distinguirnos.
De la misma manera, entre tantos compromisos en los que nos involucramos, en ocasiones, se nos puede hacer difícil el mantener nuestra pasión encendida. Es por esto que debemos saber escoger los asuntos en los que nos comprometemos, las cosas que hacemos cada día, para asegurar que cada una de ellas esté alineada con nuestra pasión.
En las iglesias, hay gente que ama al Señor. Sin embargo, no todo el que ama al Señor tiene la misma pasión por Dios. Todo el que se congrega es porque tiene el deseo de recibir la palabra del Señor, pero no todo el que tiene deseo de recibir la palabra del Señor tiene la misma pasión por recibirla.
Mucha gente dice que todos somos cristianos, porque todos creemos en Cristo, pero la realidad es que no todos los que creen en Cristo le sirven a Cristo, no todos hacen de Cristo una prioridad en su vida, no todos hacen de Cristo el mensaje de su vida, no todos hacen de Cristo lo primero que sale de sus labios y lo último antes de acostarse; y hay una gran diferencia, porque Dios demanda mucho más que decir de la boca para afuera: Yo amo al Señor; yo soy cristiano; yo creo en Dios.
¿Dónde está tu pasión?
Si quieres distinguirte por algo, esa debe ser tu pasión, para que sea eso lo que te caracterice. Si tu pasión es la oración, cuando la gente hable de ti, deberían decir: Esa es una persona que ora día, tarde y noche. Si tu pasión es la palabra del Señor, se te debe ver por ojos, nariz y boca. Que todo el mundo lo sepa.
Nunca permitas que nadie determine tu vida, o te ponga un estigma que no vaya de acuerdo con tu pasión. Que tus acciones no te desvíen de aquello que está encendido en tu vida. Que nadie te ponga un nombre que no corresponda a tu pasión. Y, para esto, la verdadera pasión en tu vida debe ser más que evidente.
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