En Génesis 46, Jacob, antes de ir a Gosén, se detiene en Beerseba y hace un sacrificio. En aquel lugar, Dios le habla y le confirma que vaya a Egipto sin ningún temor, y añade: Yo descenderé contigo.
Jacob se encuentra en un momento de grandes dificultades. Él y su familia estaban pasando hambre. Es entonces que envía a sus hijos a buscar provisión a Egipto y recibe la grata noticia que su hijo José, que pensaba estaba muerto, está vivo.
Jacob tenía muchas emociones encontradas, una gran contradicción en su corazón: Él entendía que no debía descender a Egipto, pero su hijo José estaba vivo en Egipto. Su pregunta fue: ¿Qué debo hacer? Y, antes de tomar la decisión de descender a Egipto, decide ir primero a Beerseba y hacer sacrificio a Dios. Es allí que Dios le dice: No temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver.
¿Qué haces, o con quién consultas, cuando tienes emociones encontradas? ¿Cuándo fue la última vez que te presentaste delante de Dios para tomar una decisión? ¿Cuándo fue la última vez que dijiste: Señor no me muevo hasta que me hables? Hay decisiones que has tomado por impulso, por emociones, y hoy te encuentras orando para que Dios te ayude con las consecuencias de las mismas.
Jacob envía a sus hijos a Egipto a buscar provisión, pero esta no fue la razón para la cual Jacob va a Egipto. Si Dios hubiese querido darle provisión podía darle en la tierra que estaba. Dios envía a Jacob, porque es allí que haría de él una gran nación.
¿Por qué no hacer de Jacob una gran nación fuera de Egipto? Porque una gran nación no se hace en Canaán, se hace en Gosén, un lugar que tiene la cobertura de Dios. Gosén no era el lugar final, pero sí el lugar para hacer una gran nación.
¿Te has preguntado por qué Dios te tiene en ese lugar, cuando tienes muchas opciones? No se trata de provisión ni de dinero, se trata de algo que Dios quiere hacer en tu interior. Se trata de hacer de ti una gran nación.
La manera de saber si tu decisión es o no de Dios es haciendo un sacrificio. Todo lo de Dios tiene que tener de por medio un sacrificio. Noviazgo, matrimonio, empresas, negocios y contratos, sin sacrificio, no perduran. Tiene que llegar un momento en tu vida donde decidas no bajar a Egipto, si Dios no te dice que vayas.
El altar es un lugar poderoso, porque es el lugar donde Dios te habla, te da dirección, te revela, te promueve. En momentos de crisis, no tomes una decisión sin pasar por Beerseba y hacer sacrificio. Allí Dios siempre te dará una palabra que alimenta tu alma, tu espíritu, tu familia, tu matrimonio y donde te asegura que siempre estará contigo.
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