Jacob, en un momento dado de su vida, estaba desolado; pensaba que su hijo había muerto, pero Dios le manda los carros de Faraón con José y, dice la biblia que, entonces revivió su espíritu. Esto significa que Jacob era un hombre que vivía en la tierra prometida, pero sin espíritu de promesa. Su espíritu no estaba vivo para la promesa.
Hay cosas que pasaron en la vida de Jacob, que pasan también en nuestras vidas, y terminamos desolando el lugar de la promesa de Dios.
Jacob creyó que su hijo estaba muerto; creyó una mentira. ¿Cuántos matrimonios, cuántas relaciones, cuántos negocios, se pierden por una mentira? Y, ¡cuán rápido creemos las mentiras que el mundo nos dice!
Mucha gente se va de la iglesia por un mal comentario, por una mentira. Y, el lugar de bendición donde Dios te había ubicado, se convierte en un lugar de desolación.
¿Cuántas mentiras tú has creído en la vida? Te han dicho que no sirves, que no puedes, que no naciste para lo que haces o para lo que te gusta. Y llevas años creyendo algo que no es la verdad de Dios para ti.
Jacob permitió que esa mentira matara el soñador en él. Jacob dejó de soñar, y la tierra prometida no se activa si no hay expectativa de futuro. Tienes que tener expectativa de algo mejor, de un mañana, de que Dios va a hacer algo contigo, de que hay una promesa de Dios para tu vida.
Levántate cada día con la esperanza de que, si ayer tuviste un mal día, hoy será un día mejor. Si tuviste un mal año, el año que viene va a ser mejor, y la promesa de Dios se va a cumplir. De lo contrario, sin expectativa, puede que estés en el lugar correcto, pero lo vas a desolar.
En el tiempo en que Jacob vivió en Canaán, la tierra prometida, Dios le había dicho al pueblo de Israel que no trabajara la tierra en el séptimo año, y el pueblo desobedeció; no dejaron descansar la tierra, llevando así a Sion a la desolación.
Llevas la desolación a tu tierra, cuando no entras en el descanso de Dios.
Tienes que entrar en el reposo de Dios, porque el reposo de Dios es la seguridad que tienes de que no eres tú quien provee para tu vida, sino que es el Dios Todopoderoso quien está en control.
Mientras estás en desolación, la tierra prometida se convierte en una tierra infértil. Pero gloria a Dios que, aunque Sion está desolada porque tú te saliste de Sion, Dios no se ha salido de su trono. Dios sigue siendo Dios, de generación en generación.
Aunque tú te has desubicado, gloria a Dios que él nunca se ha desubicado. Por eso es que hay posibilidad para ti, de salir de la tierra de escasez y entrar en el Gosén de Dios para tu vida.
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