En lugar de hacer creer a la gente que lo tiene todo resuelto y más bien
utilizando su adversidad personal como una forma en que los lectores
pueden relacionarse con sus principios, el clásico de Gordon MacDonald
Ponga orden en su mundo interior invita a los lectores a ordenar sus
vidas personales mediante una invitación para que Dios controle cada
segmento de sus vidas. Su premisa es que si el mundo privado de una
persona está en orden, lo estará porque el mundo interno espiritual
gobierna el mundo externo de la actividad.
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