En unos cuantos párrafos, solo puedo tratar algunas de las razones y los métodos principales para estudiar la Biblia a profundidad. No solamente debemos mover nuestros ojos de izquierda a derecha sin absorber o comprender lo que leemos.
Todo creyente necesita conocer la Palabra de Dios. La exhortación del apóstol Pablo a su discípulo Timoteo sigue siendo nuestra guía en la actualidad: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).
¿Por qué estudiar la Biblia? Porque Jesús mismo, junto con los hermanos más sabios, nos dice que lo hagamos. Jesús animó a sus seguidores a escudriñar las Escrituras (Juan 5:39) y Lucas elogió a aquellos que escudriñan las Escrituras diariamente llamándolos “más nobles” (Hechos 17:11).
Salomón, el hombre más sabio de su tiempo nos aconsejó:
Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo. —Proverbios 4:20–22
Santiago, hermano del Señor Jesús y la cabeza del concilio de Jerusalén que estaba sobre la Iglesia primitiva, enseñó que estudiar la Palabra de Dios es como mirarse en un espejo de libertad en el que conocemos nuestros derechos en Cristo (vea Santiago 1:22–25).
Herramientas prácticas para el crecimiento espiritual
Al tomar su Biblia y leerla, asegúrese de leerla cuidadosamente, pidiéndole al Espíritu Santo que lo ayude. Tome nota de lo que le resalte, porque el Espíritu Santo puede estar llamando su atención hacia ello.
Lea tanto el texto como el contexto (ver Deuteronomio 17:19 y 2 Corintios 1:13), deduciendo las ideas básicas primero e investigando más acerca del contexto al avanzar. Siempre recomiendo comenzar con los Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Usted aprenderá a personalizar la Palabra, viendo las palabras de la Biblia como “palabras presentes” que transmiten los pensamientos de Dios para la actualidad. Es posible que haya escuchado que la Biblia es llamada “la carta de amor de Dios para usted”. Pídale a Dios que le ayude a comprender lo que Él le ha escrito.
La tapa de su Biblia puede decir “Santa Biblia”, pero eso no quiere decir que debe mantener las hojas sin marcas y sin arrugas. Le recomiendo que subraye las palabras y los versículos que conlleven un significado especial para usted, y que haga notas en los márgenes. Antes de que pase mucho tiempo, su Biblia favorita se convertirá en su vieja amiga y deducirá mucho más de ella, porque usted tiene una historia con ella.
Únase a un grupo de estudio bíblico. Elija a maestros bíblicos talentosos que puedan presentarle tanto las perspectivas históricas como las contextuales, así como aplicaciones de la vida diaria de la Palabra para su generación.
Junto con el grupo e individualmente, aprenda a utilizar una concordancia (una lista en orden alfabético de las palabras que pueden ayudarle a encontrar los versículos que utilizan esas palabras). Si tiene acceso a una concordancia Strong o una Young en papel o en línea, usted puede buscar los usos de ciertas palabras en sus idiomas originales. A menudo, los significados serán más claros para usted al buscar más profundamente. Busque referencias cruzadas. Utilice léxicos en griego y en hebreo para estudiar los orígenes de las palabras, otras opciones de traducción y otros lugares en que esa palabra aparece en la Escritura. Puede comenzar su propio estudio de temas tales como la redención, el arrepentimiento o el amor de Dios, y profundizar más al leer, haciendo preguntas tales como: “¿Por qué es importante esto?”, y: “¿Cómo afecta esto a mi vida?”.
También puede estudiar la vida de personas importantes de la Biblia, de nuevo, haciéndose preguntas específicas, tales como:
¿Por qué Dios eligió a esta persona?
¿Qué hizo esta persona (o no hizo) para cumplir con los requerimientos de Dios?
¿Qué proceso utilizó Dios para llevar a esta persona a la plenitud de su propósito?
¿Qué lecciones puedo aprender de la vida de esta persona, especialmente al aprender la fe y la paciencia? (Ver Romanos 15:4 y Hebreos 6:12).
Haga lo que haga, véase en el “espejo” de la Palabra de Dios tan frecuentemente como le sea posible. Mire fijamente la belleza de su gran presencia. Al hacerlo, usted comenzará a reflejar su semejanza (ver 2 Corintios 3:18). Usted tiene una relación con la Palabra viva misma, Jesús. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Lejos de ser un viejo libro seco, muerto y polvoriento, la Biblia está viva. Llene su mente y su espíritu de las palabras de la Palabra. ¡Nunca se arrepentirá! De hecho, le garantizo que cambiará su vida como ha cambiado la mía.
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