En la sociedad moderna, la Biblia ha sido estigmatizada por la crítica como un libro centrado en el sexismo masculino, lo cual no es cierto. Tal concepto es la consecuencia de la errada interpretación y también en muchos casos de la falta de exactitud en la traducción.
En este tratado se intenta presentar a mujeres mencionadas en las Escrituras tal como ellas eran y reivindicarlas a través de una exégesis imparcial y precisa del texto bíblico, descartando las características pecaminosas con las cuales las instituciones religiosas las han marcado en base a sus propios prejuicios.
Es un hecho indiscutible que el plan original del Creador fué la igualdad entre el hombre y la mujer y no la subordinación de la integrante femenina; sin embargo, las circunstancias del mundo antiguo generaron una desigualdad basada principalmente en la fuerza física: la más antigua e infeliz actividad humana que es hacer la guerra al vecino requería que los miembros masculinos de la comunidad humana tomaran el control de la situación, porque eran los únicos capaces de llevar a cabo tal empresa. Ésta necesidad de supervivencia y de defensa del grupo elevó a los más valientes guerreros a la altura de comandantes, dejando a las mujeres fuera de toda participación en la vida comunitaria. La guerra causaba también la escasez de hombres, y la necesidad de reproducción resultó por consiguiente en una institución basada en los recursos naturales masculinos: dado el hecho que una mujer puede difícilmente dar a luz a más de un hijo en un año (a no ser que tenga mellizos) mientras que un hombre puede engendrar a muchos, la poligamia fué la solución para el grupo y para la mujer; el grupo sería más fuerte siendo más numeroso; las mujeres, que superaban en número a los hombres, no quedarían solas y sin protección.
Fué en éste contexto social que la Biblia ha sido escrita. Por eso debemos distinguir entre la narración de los hechos, que no pueden ignorar esta realidad dominada por los hombres, y el plan original, que establecía armonía e igualdad con el fin de construir una sociedad que gozara de justicia y felicidad, lo cual es el objetivo final de la restauración mesiánica de la Creación.
Ésta situación de desigualdad resultó en el abuso sexual y la humillación porque se perdió el propósito original de la relación sexual, así como la fertilidad pasó a ser un asunto religioso que reemplazó al conocimiento del Creador. Por consiguiente, la mayoría de los pueblos antiguos adoraba a muchas deidades, y muchos rituales involucraban la prostitución sacra, práctica contra la cual las Escrituras son absolutamente claras, que era común también en Canaán, Egipto y Babilonia, tierras donde los libros de la Biblia Hebrea fueron escritos.
Siglos más tarde, en la posición opuesta al antiguo paganismo, el cristianismo reaccionó contra el sexo considerándolo una cosa mala y lo relacionó con la doctrina del pecado original, que no es bíblica, y creó un sentimiento de culpa por algo que el Creador designó como la relación más natural entre varón y mujer. Sin embargo, la condición de desventaja de la mujer se mantuvo, y el juicio contra ella se reforzó aún más.
El plan original es expresado en el relato de la Creación presentado en Génesis – no es de fundamental importancia si éste relato es considerado como la verdad de los hechos o como el “Mito de la Creación”, ni si Adam y Havah (Eva) son reputados como los reales progenitores de la humanidad o sólo como personajes mitológicos que representan a los primeros seres humanos; sino que es importante la esencia del mensaje, que no debe ser malinterpretado y que aún el no creyente puede reconocer que el autor de la narración comunica una idea revolucionaria acerca de la igualdad original entre hombre y mujer.
En este tratado se intenta presentar a mujeres mencionadas en las Escrituras tal como ellas eran y reivindicarlas a través de una exégesis imparcial y precisa del texto bíblico, descartando las características pecaminosas con las cuales las instituciones religiosas las han marcado en base a sus propios prejuicios.
Es un hecho indiscutible que el plan original del Creador fué la igualdad entre el hombre y la mujer y no la subordinación de la integrante femenina; sin embargo, las circunstancias del mundo antiguo generaron una desigualdad basada principalmente en la fuerza física: la más antigua e infeliz actividad humana que es hacer la guerra al vecino requería que los miembros masculinos de la comunidad humana tomaran el control de la situación, porque eran los únicos capaces de llevar a cabo tal empresa. Ésta necesidad de supervivencia y de defensa del grupo elevó a los más valientes guerreros a la altura de comandantes, dejando a las mujeres fuera de toda participación en la vida comunitaria. La guerra causaba también la escasez de hombres, y la necesidad de reproducción resultó por consiguiente en una institución basada en los recursos naturales masculinos: dado el hecho que una mujer puede difícilmente dar a luz a más de un hijo en un año (a no ser que tenga mellizos) mientras que un hombre puede engendrar a muchos, la poligamia fué la solución para el grupo y para la mujer; el grupo sería más fuerte siendo más numeroso; las mujeres, que superaban en número a los hombres, no quedarían solas y sin protección.
Fué en éste contexto social que la Biblia ha sido escrita. Por eso debemos distinguir entre la narración de los hechos, que no pueden ignorar esta realidad dominada por los hombres, y el plan original, que establecía armonía e igualdad con el fin de construir una sociedad que gozara de justicia y felicidad, lo cual es el objetivo final de la restauración mesiánica de la Creación.
Ésta situación de desigualdad resultó en el abuso sexual y la humillación porque se perdió el propósito original de la relación sexual, así como la fertilidad pasó a ser un asunto religioso que reemplazó al conocimiento del Creador. Por consiguiente, la mayoría de los pueblos antiguos adoraba a muchas deidades, y muchos rituales involucraban la prostitución sacra, práctica contra la cual las Escrituras son absolutamente claras, que era común también en Canaán, Egipto y Babilonia, tierras donde los libros de la Biblia Hebrea fueron escritos.
Siglos más tarde, en la posición opuesta al antiguo paganismo, el cristianismo reaccionó contra el sexo considerándolo una cosa mala y lo relacionó con la doctrina del pecado original, que no es bíblica, y creó un sentimiento de culpa por algo que el Creador designó como la relación más natural entre varón y mujer. Sin embargo, la condición de desventaja de la mujer se mantuvo, y el juicio contra ella se reforzó aún más.
El plan original es expresado en el relato de la Creación presentado en Génesis – no es de fundamental importancia si éste relato es considerado como la verdad de los hechos o como el “Mito de la Creación”, ni si Adam y Havah (Eva) son reputados como los reales progenitores de la humanidad o sólo como personajes mitológicos que representan a los primeros seres humanos; sino que es importante la esencia del mensaje, que no debe ser malinterpretado y que aún el no creyente puede reconocer que el autor de la narración comunica una idea revolucionaria acerca de la igualdad original entre hombre y mujer.
1 comentarios:
LUCKY AMIGA... COMO SIEMPRE BIEN DOCUMENTADA EXCELENTE TRABAJO!!! ES UN AGASAJO MARINERO TENER CERCA ALGO TAN BIEN FUNDAMENTADO. GABBY MORENO.
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